Sancti Spíritus.- MIGUEL Rojas Rodríguez figura entre los mejores camareros de la historia del béisbol espirituano. Tiene 60 años de edad, pero se mantiene activo en los terrenos de pelota.

Durante la pasada temporada fungió como coach de tercera base para los Gallos, ocupantes del segundo lugar en la fase  clasificatoria y con presencia en las semifinales. Se le veía inquieto muy cerca del diamante, impartiendo señas y orientaciones, pues lleva el béisbol en la sangre.

Cuando en Sancti Spíritus se habla de nuestro pasatiempo nacional, hay que evocar a “Rojitas”, pieza clave en el desarrollo de los jugadores de cuadro.

Sentado en las gradas del estadio José Antonio Huelga reveló a JIT varias anécdotas vinculadas con su carrera deportiva. Otra vez empuñó el bate y se desplazó con velocidad alrededor de la intermedia.

¿Cómo llegó al béisbol?

Desde que era pequeño, en Yaguajay, jugaba pelota. Me captó un profesor de Educación Física para el área especial del estadio Luis Torres. Allí me incorporé con el entrenador Juan Torres y di mis primeros pasos. Por la buena actuación en la serie escolar provincial me pasaron a la Espa de Villa Clara, donde comencé mi carrera de forma organizada.

¿Cuándo debuta en series nacionales?

En 1976, con el equipo Arroceros, en el cual terminaba su faena José Pérez. Por eso me pasaron de Azucareros hacia ese conjunto, y por eso también comencé como torpedero y no en segunda base.

Formó parte del único título de Sancti Spíritus, en 1979. Cuénteme sobre aquel equipo...

Fue un triunfo muy grande para mí porque prácticamente era novato. Compartí la intermedia con Ernesto Morel, un jugador muy defensivo que venía del Mundial Juvenil. No le podía dar chance de jugar porque Rigoberto Rodríguez estaba en el campo corto y Osvaldo Oliva en tercera. Si no lo hacía bien me quedaba en el banco.

Contra Pinar del Río sufrí una colisión con Lourdes Gurriel, quien jugaba en el jardín central y me lesioné. Pasamos de allí hacia Guantánamo y la clave estaba en ganar un juego o que ese mismo día perdiera Villa Clara en Sagua la Grande. Así mismo sucedió: los anaranjados cedieron y ya éramos campeones.

Estaba lesionado, pero Cándido Andrade nos dijo: «Ya somos campeones, así que los regulares tienen que salir a jugar». Tuve un turno al bate el día que celebramos el título. Aquel era un gran equipo, pero sobre todo una familia.

Integró además la llamada “Aplanadora Villareña”. ¿Cómo recuerda a esos jugadores?

Mi físico era pequeño. Y cuando coincidí con esos monstruos me tracé una meta: colarme por la defensa. Me empecé a preparar fuerte en ese aspecto. Jugar con peloteros de la talla de Pedro José Rodríguez, Antonio Muñoz, Víctor Mesa, Sixto Hernández, Héctor Olivera, y hacer combinación con Pedro Jova, me estimuló mucho.

Fue una época de varios camareros de calidad, pero se las arregló para participar en eventos internacionales…

Hice algunas veces el Cuba B y destaqué en la Copa Simón Bolívar, en Venezuela, en 1985. Me encontraba en una preparación en México junto a Juan Padilla, Sergio Quesada y Wilfredo Hernandez. Entonces, Jorge Fuentes, director del equipo, solicitó nueve de aquellos jugadores y fui elegido.

Jugamos contra Estados Unidos y el lanzador era zurdo. Luis Ulacia era el primer bate, pero decidieron que no abriera. Rodolfo Puentes, jefe de la delegación, le dijo a Fuentes: «Utiliza a Rojitas como primer bate que yo lo garantizo». En ese juego conecté de 5-4 con dos triples. Por mi actuación ese año fui invitado al XII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en la Unión Soviética.

Nadie olvida su hazaña de realizar la “Escalera”…

Eso fue en una Selectiva, jugando en el Latinoamericano contra Las Villas. La hice contra La Habana, ante varios lanzadores. Cuando pegué jonrón no sabía lo que había hecho. Víctor Mesa me dijo: ¡Oye, hiciste la Escalera! Fui el primer jugador de las series nacionales capaz de conectar hit, doblete, triple y jonrón en un mismo juego. Y para mayor regocijo lo conseguí en el Latino. Nunca lo hubiera imaginado. Todavía muchos me recuerdan como “El Hombre de la Escalera”.

¿Cuándo llegó el retiro?

Formé parte del retiro masivo de 52 peloteros en 1995. En total jugué 20 series nacionales. Después de aquello me desempeñé durante varios años en la liga de El Salvador.

Ha tenido una amplia labor como entrenador…

Comencé a trabajar como entrenador de distintas categorías en la Eide, el Sub-23, la reserva de la serie nacional y ahora como coach de los Gallos.

Estoy atendiendo a los jugadores de cuadro porque tenemos problemas en esas posiciones. Noto que a los jóvenes les falta mucho interés. He logrado que un camarero como Yoandy Baguet, quien tenía muchas dificultades a la defensa, haya mejorado después de varios años trabajando en ese aspecto.

¿Qué opina del béisbol actual?

No sé qué ha pasado en los últimos años que ha disminuido la calidad. Ese amor por el béisbol que teníamos nosotros no existe ya. Quizás sea esa la causa principal del descenso.

¿Qué ha representado este deporte en su vida?

Todo. Mi vida. Agradezco a la Revolución por todo lo conseguido dentro del terreno de pelota. No sé hacer otra cosa.