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«La lucha, algo pensado y realizado»
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Considerado entre los padres de la lucha en Cuba, luego de alrededor de 55 años de labor como atleta, entrenador, dirigente, federativo, y más que todo educador.
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La Habana (28 sep).- AUNQUE se acogió a la jubilación tras su regreso de los Juegos Olímpicos de Londres, Gustavo Rollé Fernández sigue siendo un hombre de la lucha.
Tanto que se le considera entre los padres de la disciplina en Cuba, luego de alrededor de 55 años de labor como atleta, entrenador, dirigente, federativo, y más que todo educador.
Para JIT fue un privilegio entrevistarle en su casa, donde evocó y opinó con su conocida locuacidad, siempre respetuoso y franco, en un ambiente familiar que disfruta al máximo.
¿Por qué este deporte?
Llegué de forma casual en marzo de 1959. Fui con mi cuñado a ver un programa de lucha profesional juvenil y cuando terminaron los combates le dije: «Yo puedo hacer todo lo que ellos hacen». En esos días el periódico Revolución publicó una convocatoria y me dirigí al antiguo Casino Deportivo, hoy Círculo Social Cristino Naranjo, donde di mis primeros pasos.
¿Quién fue su entrenador inicial?
Un gran formador que recuerdo con mucho cariño: José Riestra García. Pero no sería justo si no mencionara también al soviético Yury Samiatin, buen técnico, y al búlgaro Cristo Marinov, excelente en la táctica, una combinación perfecta.
¿Qué sucede después?
Gané plata en el primer Campeonato Nacional, estilo libre, en la Ciudad Deportiva en 1962, e integré la selección. Un año más tarde fui elegido para estudiar educación física en la Unión Soviética.
Sin embargo, una lesión le impidió continuar como atleta.
En una gira de preparación por Europa me fracturé la clavícula y no logré recuperarme del todo, así que en 1965 me nombran jefe de entrenadores, una labor que asumí hasta que en 1982 fui promovido a comisionado nacional.
¿Cómo enfrentó esa nueva etapa?
Fue un espaldarazo a mi trayectoria, como mi designación en 1990 como Director de Alto Rendimiento del INDER. En 1995 pasé a Director de Programación Deportiva y en 1997 salí de colaboración hacia Venezuela. A mi regreso me incorporé a la comisión como jefe técnico y titular de la Federación Cubana, cargo que ejercí de 1982 al 2008.
También ostentó responsabilidad en la Federación Internacional (FILA).
En el período 1990-1995 fui electo presidente del Comité Panamericano y desde el mismo 90 miembro del Buró de la FILA, posición que mantuve hasta este 2012, fundamentalmente en las direcciones técnica y de ciencia y tecnología. Ahora, al terminar mis funciones en Londres, fui declarado Miembro Honorario, y en el 2013, en el Campeonato Mundial de Hungría, se oficializará mi inclusión en el Salón de la Fama.
Además resultó el primer cubano en recibir el Botón de Oro, posee la Orden al Mérito Deportivo Internacional, el Diploma de Honor y el de Entrenador Emérito, y será nombrado como Pedagogo del Siglo XX.
Son distinciones que se agradecen porque reconocen el trabajo, pero no porque hayan sido el móvil de nuestra labor.
En realidad deja un vacío no verle activo, dispuesto a todo, haciendo escuelas de combate, enseñando técnicas sobre los colchones del Cerro Pelado. ¿Por qué el retiro?
Voy a cumplir 71 años de edad, de ellos más de 50 en la lucha, y creo que hay que dar paso a los jóvenes.
Todo en la vida tiene un comienzo y un final y lo hago de la mejor manera, seguro de que los reconocimientos recibidos no son algo unipersonal, sino frutos del trabajo realizado por nuestro deporte desde la base, gracias a la Revolución y a Fidel, que ha sido y será nuestro guía.
¿Cuba y la lucha?
Somos la nación que más avanzó en los últimos 30 años. Según las estadísticas de la FILA a partir de 1992 nos encontramos en el tercer lugar por cantidad de medallas en Campeonatos Mundiales y Juegos Olímpicos (81), después de Rusia e Irán.
Hablemos del estilo grecorromano.
Comienza en 1970 pero es el de mejores resultados hasta ahora. En 1979 alcanza el sitial de honor en panamericanos. En centroamericanos lo hace desde 1982, el mismo año en que Cándido Mesa inaugura el medallero cubano en mundiales, donde el primer oro lo logró Raúl Cascaret en 1985.
En 1992 se gana el mundial juvenil por naciones en Colombia y Héctor Milián consigue el cetro olímpico en Barcelona, y en el 2001 nuestro país se proclama monarca por colectivos en la cita del orbe de Grecia. Sin dudas una historia grande.
¿Cómo ve el panorama ante los retos por venir?
No estamos exentos de problemas pero tenemos una buena cantera y en eso influye que muchos profesores con experiencia y calidad están en la base. Hay que resolver problemas técnicos y tácticos que ya se evalúan, hacer estudios sobre los nuevos sistemas y métodos de entrenamiento para mantenernos como potencia en los nuevos escenarios. El perfeccionamiento en la reserva es palabra de orden.
¿Qué faltaría?
Se acercan los Juegos Centroamericanos y del Caribe y los Juegos Panamericanos, en México 2014 y Canadá 2015. Tenemos que identificar al detalle nuestras debilidades y de ahí hacia lo interno incrementar el volumen de combates, pues para llegar a planos superiores los jóvenes deben tener no menos de 200 o 300.
Dado que la situación económica no permite cubrir todas las competencias que necesitamos en el exterior, debemos buscar nuestras alternativas y hacer los análisis pertinentes.
¿A quiénes considera los mejores luchadores cubanos de todos los tiempos?
Para mí el desaparecido Raúl Cascaret, primer campeón mundial de la isla, ha sido el más completo, pero no se puede dejar de mencionar a otros como Filiberto Azcuy, Mijaín López, Cándido Mesa, Bárbaro Morgan, Luis Ocaña, Pedro Roque, Alejandro Puerto, Yandro Quintana y Héctor Milián, y entre las féminas a Katherine Vidiaux y Liseth Echevarría.
Hablando de ellas. ¿Qué opinión le merece la lucha femenina?
Existen grandes perspectivas. La mujer cubana es muy valiente, decidida y creo que dándole la atención que merece los logros pueden ser mayores. Ahí están los resultados, que no mienten. Con solo dos atletas, ambas lograron oro y se alcanzó el primer lugar en los panamericanos de Guadalajara’11. Eso se logró en menos de cinco años de trabajo.
Si compiten más nos pueden brindar infinitas alegrías.
¿Cuáles fueron los momentos más inolvidables en su carrera?
Como entrenador en los Centroamericanos de Puerto Rico en 1966, donde ganamos el primer lugar por equipos (libre), los bronces de Ocaña y Morgan en el mundial de México 1978, el oro de Raúl Cascaret en 1985, que abrió el camino hacia los grandes resultados de la lucha cubana, que desde hace 30 años tiene de forma ininterrumpida preseas diversas a ese nivel.
La familia, ¿cuánto ha aportado?
Soy casado, tengo tres hijos y cuatro nietos. Bertha Isabel, mi esposa por 50 años, es mi complemento, ha dado una gran contribución a mi trabajo, a mi vida. Estoy orgulloso de ella, por lo que hemos podido formar juntos. Si algo grande tengo es la familia, te lo aseguro.
Entusiasta, sensible y humilde, este capitalino Vanguardia Nacional y revolucionario a prueba ha renunciado a múltiples ofertas.
Otros, quizás, hubieran querido irse, pero aquí en mi Cuba la gente me quiere y admira por lo hecho en la lucha, que es algo pensado y realizado. Y a ello se unen mis convicciones.
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