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El premio de la lucha
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Recién reelegido presidente de la Federación Cubana de Ajedrez y próximo a cumplir 68 años, Silvino derrocha energía y pasión por los proyectos que le animan.
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La Habana (9 may).- EN OCASIONES lo más difícil de la entrevista es concertarla y "romper el hielo" de los primeros momentos, porque luego todo transcurre entre preguntas preparadas o no, y casi siempre el final incluye otros muchos temas no previstos.
Con Silvino García no ocurrió así. Aceptó al instante el diálogo con JIT y dispuso fecha y hora sin titubeos. La acristalada sala del segundo piso del Instituto Latinoamericano de Ajedrez (ISLA), en el Vedado capitalino, acogió el encuentro, tablero de ajedrez y grabadora de por medio.
Dotado de una inteligencia privilegiada, locuaz como pocos y fiel a su teoría de que los ajedrecistas ven la vida como una batalla, polemiza con cada interrogante, se desvía de la idea principal y vuelve a ella con arte, y tiene un símil para sustentar cada opinión.
Más de una vez intenta escaquearse con la variante que considera más segura para llegar al final, aunque no evita las complicaciones del medio juego y disfruta saberse al mando de la conversación.
Recién reelegido presidente de la Federación Cubana de Ajedrez y próximo a cumplir 68 años, Silvino derrocha energía y pasión por los proyectos que le animan, y hace suya la frase de Enmanuel Lasker de que «el premio no está en la victoria, el premio está en la lucha».
Convertido en 1975 en el primer Gran Maestro de la isla, asistente a 10 olimpiadas mundiales como jugador y ocho como directivo, ha sido testigo de innumerables hechos vinculados al ajedrez cubano e internacional, conoció al Che y a Robert Fischer, y siente orgullo por un ISLA al que ve como un hijo.
Casi dos horas duró el intercambio, que habría permitido escribir mucho más, pero razones de espacio obligaron a identificar temas puntuales.
¿Por qué el ajedrez?
Todo comenzó en 1959, cuando tenía 15 años y un nivel cultural muy bajo, porque solo había llegado hasta el sexto grado. Para ayudar a la “vieja” trabajaba en un puesto de frutas, cerca de Cuatro Caminos, y al lado había una peña ajedrecística. Como conocía el juego, porque aprendí los movimientos luego de tallar unas piezas en madera por iniciativa propia, comencé allí, donde me relacioné con ciertos jugadores de nivel, principalmente de La Habana.
En 1961 jugué mi primer torneo, el campeonato entre organismos del Estado organizado por iniciativa del Che, en el 62 trabajé como muralista en el primer Capablanca y en el 63 intervine en mis primeros torneos juveniles.
Y tres años después debuta en Olimpiadas, precisamente en La Habana.
Debí hacerlo antes, pero decidieron que era muy joven. En el 66 toda la preparación fue muy meticulosa, no solo la competitiva, sino también la organizativa, y de algún modo me vi involucrado en ese proceso. Estuvimos tiempo internados, estudiando, y se trabajó bien. Significó una emoción tremenda y entre los mejores recuerdos que guardo de entonces está un juego que nos regalaron de manera muy peculiar a todos los integrantes de aquel equipo. Un día entré a mi habitación del hotel y me encuentro con una réplica de la casa de Martí que cuando la abres en segmentos guarda las piezas con que jugábamos en la olimpiada y una tarjeta del Comandante en Jefe.
¿Qué le dejó convertirse en el primer GM de Cuba?
Ajedrecísticamente hablando mi nivel no llegó al que hubiera querido, quizás porque empecé muy tarde. Luego incomprensiones, situaciones organizativas que no estuvieron a la altura de lo que necesitaba un Gran Maestro. Te cuento algo muy personal: cuando transitaba ya por cierta etapa pensaba que iba a jugar como Fischer, pero creo que desde el punto de vista del ajedrez lo más importante de mi carrera es este centro, el ISLA. Haber logrado que se hiciera, mantenerlo y que ese título de primer GM sirviera para impulsar el ajedrez cubano. Me siento satisfecho, no siempre he sido bien entendido porque defiendo con pasión lo que pienso y tal vez por mi personalidad, que a veces me impide plantear las cosas como se considera correcto.
¿Cómo valora el significado del Che para el ajedrez cubano?
Fue una personalidad central, que iba a todos los torneos, jugaba con los maestros, con los que aprendían, y con todos. Lo que se tratara de ajedrez ahí estaba él. Su nivel de juego era fuerte, muy fuerte, había que ganarle porque sabía. Tenía mucho carisma, mucho tacto, y dedicaba tiempo a entender a las personas. Sin dudas dio un impulso fundamental y vislumbró el futuro de este deporte en el país.
¿Capablanca?
Cuando comencé a jugar estudié sus partidas, sobre todo buscando la explicación sobre cómo materializaba las ventajas. Tengo 60 agendas llenas de notas, y todas las primeras están dedicadas a las partidas de Capablanca. Dibujaba el tablero en la posición que me interesaba y anotaba los comentarios. En un momento de mi vida estudiaba hasta 14 horas diarias, fanática y apasionadamente.
¿Hay en Cuba una predisposición especial para el ajedrez?
Al parecer sí, somos uno de los países con mayor cantidad de GM por habitantes y tenemos una población ajedrecística enorme. También al parecer, y quizás estoy incurriendo en un sentimiento chovinista, los cubanos tenemos inteligencia para un montón de cosas, no solamente para el ajedrez. Para muchísimas cosas más.
¿Qué cualidades considera importantes?
Hay que tener mucha pasión. Vamos a hablar de un ajedrecista que es totalmente entregado a lo que hace, y puedo asegurarlo porque lo viví de cerca desde que era un niño: Lázaro Bruzón, que tiene una entrega casi suicida, se quedaba dormido con los libros. Jesús Nogueiras es otro caso obsesivo de dedicación al ajedrez, y casi todos los maestros lo son.
No solo los ajedrecistas, ese nivel de consagración de las personalidades que se distinguen en algún campo intelectual suele ser así. La emoción es un componente del entendimiento humano que trasciende la simple lógica y es determinante a la hora de entender realidades complejas, pues permite hacerlo de manera mucho más rápida y precisa. La parte emocional te lleva directo a donde vas, y eso el ajedrecista lo desarrolla especialmente. Muchos de los grandes jugadores son de temperamento muy fuerte.
¿Son Leinier y Bruzón fenómenos del ajedrez cubano?
Son fenómenos del ajedrez cubano y son también el resultado de una época, de un proceso evolutivo, escalón tras escalón. Si no hubieran existido los primeros cinco GM, o un Nogueiras que subió mucho en la escala de desarrollo, hubiera sido imposible el ascenso de Leinier y Bruzón.
Nuestro ajedrez no es un individuo, es una masa que se comunica, intercambia ideas, permite que aprendan unos de otros, se sirvan de referencia. Es algo distinto a lo que tuve en mi época.
¿Entonces es bueno su futuro en la isla?
El ajedrez cubano tiene un gran presente, y para que siga "in crescendo" depende de muchos factores, el principal el humano, porque se necesita de la generosidad de mucha gente para consagrarse a una actividad como esta.
Hay varias facetas del trabajo que son necesarias para seguir logrando resultados. Tenemos el material humano, muchachitos con promedios Elo que yo y otros GM de mi época nunca tuvimos.
Se necesita un trabajo científico-técnico de equipo para lograr campeones del mundo, pues todos los grandes jugadores de la actualidad tienen detrás una metodología que nosotros no hemos logrado.
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