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Producto genuino del INDER
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Nació el 12 de diciembre de 1949 y comenzó la práctica del deporte a inicios de la Revolución, desde el surgimiento de las primeras entidades rectoras.
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La Habana (22 feb).- SOLO él, su familia y entrenador, además de la historia, recuerdan a este larguirucho capitalino cuando se ubicó segundo en el triple salto de los I Juegos Escolares Nacionales en 1963, dos años después de la creación del INDER, del que se considera producto genuino.
Mas en los anales del deporte se destaca por ser el mayor anotador en el partido contra Italia por la medalla de bronce del baloncesto en los Juegos Olímpicos de Munich’72. Con sus 16 puntos fue clave en la victoria de Cuba 66-65, que el 8 de septiembre próximo conmemorará 40 años de la proeza.
Participante en cuatro citas bajo los cinco aros hasta la de Moscú’80, fue de los integrantes de lujo en selecciones durante la mejor época de ese deporte, que también atesora el cuarto puesto en el Campeonato Mundial de San Juan, Puerto Rico, en 1974.
Tras el retiro ineludible de las canchas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana’82, ha seguido muy ligado a la institución rectora, así como en cargos de entidades internacionales y en el Comité Olímpico Cubano, del que hoy es secretario general.
A pesar de su brillante historial ya no aparece mucho en los medios de comunicación, porque como asegura «ahora soy más para consultas, antes era protagonista», pero accedió con JIT a caminar por estos 51 años por la misma senda del deporte, que revive su pasión en medio de las actuales finales de eventos nacionales.
¿Cómo te sorprende el nacimiento del INDER?
Solo éramos muchachos en clase de educación física y juegos de pelota espontáneos o auspiciados en tiempos de activistas. En febrero de 1961 yo cursaba el sexto grado. A partir de ahí comenzó un fuerte movimiento interescuelas, traté de incursionar en el baloncesto organizado pero me eliminaron porque no tenía habilidades técnicas.
Yo medía cerca de 1,90 metros al año siguiente cuando comencé en el atletismo, ya en la secundaria básica Juan Manuel Márquez, de Marianao. Era la época de gran efervescencia en la práctica masiva.
¿Y la vuelta al baloncesto?
Después de combinar el salto triple y el alto, en 1964 soy captado dentro de un grupo de muchachos entre 13 y 15 años de alta talla, de 1,90 a 2 metros, como búsqueda en todo el país de talentos para las selecciones nacionales. Nos escogieron a 15 y fuimos internados junto a los del equipo principal en una casa ubicada en las calles Primera y 26 del reparto Miramar.
Allí estaban en ese momento atletas de otros deportes, como Enrique Figuerola y Miguelina Cobián. La mayoría de los restantes seleccionados fueron matriculados en mi secundaria y entrenábamos juntos. A los pocos meses por mis buenos resultados me llevan a la preselección nacional, que se preparaba para el preolímpico de Yokohama, Japón.
Estuve hasta el corte de 14 y me dejaron fuera porque decían que era muy joven y sin experiencia ni en escolares. Los que fueron bajo la dirección de Mario Risita Quintero no clasificaron a los Juegos en Tokio.
Pasado eso jugué la provincial por Marianao, me destaqué y me incluyeron en el equipo Industriales que a finales de ese año ganó el nacional en Santa Clara. Al convocarse otro grupo para las nóminas élites, yo califico y de allí no salí hasta el ’82 con 32 años.
Entonces, ¿llegó la fase de entrenador?
No, ya tenía esa labor antes. Yo fui de la graduación del primer curso de la Licenciatura en Cultura Física, que comenzó en 1973. Al terminar en 1977 lo hice con buenas notas y me propusieron quedarme en el Instituto. Yo podía solo entrenar, pero me interesaba dar clases, lo cual hacía en horario nocturno al curso de trabajadores.
Al retirarme, como ya tenía experiencia, paso a laborar allí mismo a cargo del departamento de deportes con pelota hasta 1984, cuando Carmelo Ortega, quien ya estaba al frente del equipo nacional masculino, me insta a trabajar con él. Además dirigí los equipos de la capital en las series especiales de ese año y el siguiente, tras lo cual soy propuesto al frente de la Comisión Nacional.
En ese puesto estuve hasta 1991 y luego sigo en ella hasta ahora, a la vez que funjo como presidente de la Federación.
En 1997 paso a integrar el ejecutivo del Comité Olímpico Cubano como vicepresidente por tres mandatos y a partir del 2009 como secretario general.
El 8 de septiembre se cumplen 40 años de Munich’72, ¿qué recuerdos te trae ese evento?
Muy grandes, pero esa medalla de bronce fue el resultado de labor más amplia. Ya en 1970 fuimos a los Centroamericanos y del Caribe en Panama’70 y salimos con el segundo lugar al perder contra un equipo local con figuras de la talla de David Peralta y El Mago Rivas. Eso fue el anuncio de una generación que ese año quedó octava en el Campeonato Mundial de Yugoslavia.
En 1971 alcanzamos el bronce en las Juegos Mundiales Universitarios de Italia. En el Festival Mundial de Perú en 1973 fuimos segundos, solo perdimos contra la Unión Soviética y le ganamos por primera vez a Estados Unidos. Y en 1976 nos ubicamos séptimos en los Juegos Olímpicos de Montreal para cerrar un período de gran actuación.
En Munich tenía 22 años y ya unas condiciones plenas. Yo además estuve en cinco centroamericanos y del Caribe y cuatro panamericanos.
Nunca más se te vio en una cancha, ¿no jugaste ni con los veteranos?
La preparación nuestra era muy fuerte. Nosotros entrenábamos para una defensa de presión por todo el tabloncillo los 40 minutos. Era muy dura la intensidad del acondicionamiento físico y yo era el capitán del equipo y por tanto debía ser el ejemplo.
Eso me trajo lesiones. Tuve que operarme del menisco de la rodilla derecha. Tuve problemas en la columna vertebral, los tobillos, que luego del retiro me salieron. Me apareció una hernia discal que me impide jugar y debo contentarme con ver a mis compañeros. Puedo lastimarme y a mi edad eso no es bueno.
¿Y entonces terminaron las entrevistas?
Hubo una época de esplendor en la cual éramos muy buscados por la prensa, tanto aquí como en el extranjero. Gracias a mi mamá, que se llama Santa pero muy pocos la conocen así, sino por Olga, tengo muchos recuerdos de ello porque me hizo un álbum. Pues se convirtió en una gran seguidora, aunque al principio no quería que yo fuera baloncestista. Quería que estudiara medicina.
Ya después de los ’80, por ley natural, salimos de la atención de los medios.
¿Qué opinas del baloncesto aquel al actual?
No me gusta comparar épocas. Después del béisbol, el básquet era el más popular. En cualquier lugar había un aro, se jugaban muchas “guerrillas”. Aquí se llenaba la cancha de la Universidad por juegos del Vedado contra Marianao, por ejemplo. Eran tiempos de gran popularidad.
¿Te duele esa pérdida como jugador y como federativo? ¿Crees que podría recuperarse ese terreno?
Me tiene que doler porque el baloncesto es mi vida. Me duele que el baloncesto no esté en estos momentos al nivel que tuvo, como también disfruto los aspectos buenos.
Sin embargo seguimos optimistas por mejorarlo. Tenemos dificultades y hasta hemos bajado los resultados, obviamente, pero trabajamos en el rescate. Hay una estrategia y un programa desde el barrio para lograr más masividad, que es la base del alto rendimiento.
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