La Habana.– LÁZARO Alfonso Pluma irradia modestia. Pocos conocen que se trata del único cubano capaz de escalar el podio del kumité en una copa mundial de karate, el mejor desempeño del mayor archipiélago caribeño en ese arte marcial.
Corría el mes de marzo de 1984 cuando una delegación de 10 atletas, junto a los entrenadores Ramiro Chirino y Manuel Suárez Leyva, representó a Cuba en la I Copa Mundial de Karate de Budapest, en Hungría.
¿Cómo fue el debut en esa convocatoria planetaria?
Imagina que solo tenía experiencia internacional nuestro profesor Ramiro Chirino, uno de los que más hizo por desarrollar el karate en Cuba. Entonces entrenábamos en la Sala Caracas, ubicada en Prado y Neptuno.
Habíamos tenido el bautismo ese mismo año en el Torneo Internacional XXX Aniversario del Moncada, celebrado en Santiago de Cuba, con la presencia de la Unión Soviética, Bulgaria y Nicaragua.
Los resultados en ese torneo, y en el IV Campeonato Nacional de Karate de La Habana, definieron la composición de la delegación.
Yo, que hice los 70 kg con apenas 26 años de edad, vivía para el karate. Me habían seleccionado tras cinco temporadas de práctica continua.
¿Y el bronce?
No fui el único que ganó bronce en esa Copa: Isabel Rodríguez, Caridad Carro y Carmen Aizpurúa, esta última la actual comisionada nacional, también se hicieron del tercer lugar en kata, lo que dice mucho de lo preparados que estábamos.
A la distancia de más de 35 años te confirmo que primó la voluntad, la entrega, un poco de técnica y mucho coraje, inyectados por los miembros de la delegación, especialmente por Chirino y Suárez, quien fue mi entrenador personal.
Realicé cuatro peleas y perdí con quien sería el subcampeón. No recuerdo el nombre, pero sí que me sentí inmenso por darle a Cuba una medalla, la primera y única a ese nivel.
Ese año fue el Campeonato Mundial de Karate de Maastricht, en noviembre, en los hoy llamados Países Bajos, pero no asistimos.
¿La mayor parte de tu vida deportiva la has hecho en el taekwondo?
Sí, porque hacia 1986, cuando se dieron los primeros pasos, me comenzó a interesar. Con la llegada a Cuba en 1987 del maestro ecuatoriano Fernando Jaramillo, Tercer Dan para entonces, tomó fuerza la práctica del taekwondo.
Un grupo de karatecas, entre los que me encontraba, ya con cinta negra y Segundo Dan, fuimos llamados para participar en aquel proyecto. En septiembre de 1988 pasé a entrenador de la selección masculina, ganadora de bronce en el torneo continental de Bayamón, Puerto Rico, y del oro en los Juegos Panamericanos de La Habana 1991.
Después volvimos a bajar, pues nos ubicamos terceros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce 1993, y en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995, en Argentina.
Cinco años después, en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, en Australia, subimos a lo más alto con el título de Ángel Valodia Matos. Entonces formaba parte del colectivo técnico.
¿Cuáles atletas le han reportado más felicidad?
Varios, y para no herir sensibilidades solo mencionaré a Gesler Viera (67 kg), de los más inteligentes y medallista en varios eventos, incluido el oro en el Campeonato Mundial de Taekwondo de Beijing, China, en 2007.
Colaboraste en otros países…
Estuve como preparador físico de la selección venezolana desde mayo de 1997 hasta 1999. Con esa ganamos los Juegos Bolivarianos de Arequipa, Perú, en 1997, y la plata por países en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, Venezuela, en 1998. Perdimos con Cuba precisamente.
También estuve en Colombia, entre 2007 y 2008. Con la selección del departamento de Boyacá ganamos el primer lugar de los juegos nacionales, con siete medallas de oro, una de plata y dos de bronce.
¿Cuándo regresaste a trabajar en Cuba?
Varios meses antes de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, en México. Entonces estábamos aún en la Escuela Cerro Pelado. Después nos trasladamos a la Escuela de Combate Ramiro Chirino, donde compartimos espacio con las selecciones de karate.
¿A qué cubanos consideras un extraclase del deporte del bandal?
Solo valoro aquí a los hombres. Además de Gesler sumo a Ángel Valodia, no por gusto campeón olímpico, y a Rafael Alba, un súper dotado, doble campeón mundial y con condiciones para escalar el podio de Tokio.
Pudiera citar a otros… Cuando hablamos de taekwondo hay estrellas como Roberto Abreu, primer medallista cubano en campeonatos mundiales universitarios; a Robelis Despaigne, bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012; y a Nelson Sáenz, quien también era karateca y hoy se desempeña como entrenador del equipo principal de Inglaterra.
¿Alguno de sus hijos y nietos siguió el camino del deporte?
Ninguno. Me hubiera gustado, pero siempre he preferido que cada quien escoja su camino, aunque a veces le damos una ayudita, pero nada de imponer. Eso lo enseña la experiencia y la categoría de Cinta Negra, Séptimo Dan. El taekwondo es muchos más que deporte por su condición de arte marcial.
¿Cómo ve el deporte del bandal en Cuba?
Bien, y respalda esa valoración la calidad de nuestros atletas en un concierto mundial de amplio dominio europeo y asiático, sobre todo de los coreanos.
Hay deseos de trabajar, conocimientos, buenos atletas. En fin, hay “madera”. Lo que más limita son los necesarios petos, muy costosos y en constante cambio. Acaban de proponer uno que denominan “inteligente”, pues ofrece prácticamente todo sobre el atleta durante prácticas y competencias: zona de mayor pateo, frecuencia, estado físico…
Sin embargo, si no podíamos adquirir los petos electrónicos por los altos precios, no imagino qué pasará con estos.
Por otro lado, la falta de fogueo y de competencias internacionales también afecta, lo que suplimos con horas y horas de entrenamiento y alguna que otra iniciativa. No podemos dormirnos, hay que seguir formando campeones.
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