GANAR los Juegos Panamericanos de La Habana 1991 fue su mayor satisfacción como atleta. No acarició la dicha deseada en las competencias de mayor nivel y dejó de asistir a algunas a las que clasificó por mérito propio.
Más de dos décadas en el equipo nacional le vieron conquistar nueve títulos en juegos centroamericanos y del Caribe, que le sitúan cuarto entre sus compatriotas y quinto en el listado general de los más dorados.
Vicente de la Cruz Cuéllar (16-5-1962) llegó al deporte como muchos, de forma inesperada, cuando en su natal Santa Clara, en la provincia de Las Villas, emprendió camino al Arcoiris para escuchar sus primeros disparos en la década del 70 del siglo pasado.
Perteneció a una generación con más facilidades para la práctica del entonces no tan costoso tiro deportivo, más asequible por los intercambios entre países del otrora campo socialista.
Tras el inexorable retiro, asumió la oportunidad de trabajar como entrenador, empeñado en enseñar, trasmitir conocimientos y cosechar alegrías en tiempos distintos por lo difícil, sobre todo para las armas de balas y cartuchos.
A poco de comenzar la edición 23 de la justa multideportiva centrocaribeña asignada a Barranquilla, el técnico del equipo nacional de pistola para hombres confía en sus pupilos y aseguró a JIT que aportarán los cuatro oros posibles.
El diálogo sostenido en el polígono Enrique Borbonet partió de su entrada a ese deporte y abarcó otros varios temas.
¿Por qué el tiro?
Llegué evadiendo el tema de la educación física, para mí bastante aburrida. Con un grupo de amigos de la secundaria básica Fabio Fuentes fui al centro recreativo Arcoiris, en las afueras de Santa Clara, donde estaba el polígono por esa época. Nos hicieron pruebas y solo quedé yo. Me gustó y comencé en el rifle, pero en el verano el calor arreciaba por la ropa que usábamos y hablé con el entrenador Badajó para cambiarme a la pistola.
Fui a mis primeros juegos escolares nacionales en ese mismo año, 1977, y obtuve el cuarto lugar, por lo que me propusieron para la Espa nacional en pistola libre. Ya en 1980 llegué al equipo nacional.
¿El debut internacional?
En 1978, en los Juegos Juveniles de la Amistad, sin salir de Cuba, y al año siguiente asistí a una competencia similar en Kiev. En ese tiempo los equipos de la pistola libre eran mixtos y lo integramos Tania Pérez, Edith Vega y yo.
Con el equipo nacional viajé por primera vez en 1981 a un tope realizado a petición del presidente de Panamá, Omar Torrijos.
Santiago de los Caballeros 1986 fue un inicio de lujo...
Fueron mis primeros juegos centroamericanos y del Caribe. Le gané en pistola libre al campeón anterior, mi compañero Luis Baquero, y también logré el oro por equipos, con lo que pudimos mantener el primer lugar de Cuba en esa especialidad, que se poseía desde 1978 (se extendió hasta 1998 y él volvió a ganar en Ponce 1993).
También fui campeón en fuego central por equipos, y alcancé bronce individual en esa modalidad y en la pistola de aire por equipos.
¿Por qué la despedida?
Un año antes fui plata en pistola libre y en pistola estándar en individual, además de intervenir en los oros por equipos en los Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, pero en los Panamericanos de Winnipeg 1999 fui cuarto y eso demostró que los resultados no eran los mismos. Así que preparé mi retiro y decidí hacerlo en el 2000, a pesar de que podía haber asistido a los Juegos Olímpicos de Sydney.
Por cierto, te fueron esquivos los mundiales y juegos olímpicos...
A pesar de que en ese tiempo sumábamos mucho roce internacional dejamos de asistir a campeonatos mundiales, incluso uno cercano, disputado en República Dominicana.
Respecto a los juegos olímpicos, clasifiqué para los de Barcelona 1992 en el noveno puesto de un torneo eliminatorio en que se implantó récord mundial, pero como solo recibieron oportunidades los considerados con opciones de ubicarse entre los primeros ocho por especialidades, no me llevaron.
También conseguí plaza para Atlanta 1996, sin embargo “subieron la parada” para los considerados con posibilidades de quedar entre los mejores seis y tampoco fui. A Seúl 1988 no asistimos.
Para Sydney ese criterio cambió, porque como es lógico los resultados podían estar en cualquier participante, pero ya había decidido irme del deporte activo.
¿Qué opinas del oro en los Panamericanos de La Habana 1991?
Muy importante, porque nuestro deporte ganó por primera vez. También porque el país había hecho un esfuerzo enorme para construir las instalaciones cuando se avecinaba el llamado Período Especial. Me alegra haber realizado mi modesto aporte.
Entrenador en el nuevo siglo...
Después del retiro pasé al colectivo técnico de pistola libre femenina con los juveniles. Luego de tres años, por reajustes en el personal y las armas, dadas las condiciones económicas, me propusieron cubrir en el equipo nacional.
Ya con la escuadra principal me llegaron resultados estimulantes como la clasificación de una atleta a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, pero tampoco pude asistir. En Río de Janeiro 2016 me pasó algo similar con la entrada de Jorge Grau.
Estuve durante tres años de colaboración en Guatemala desde el 2007, y a mi regreso entré a dirigir la pistola libre y de aire, pero en el masculino.
Sin embargo, disfruté estar en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 con Marino Heredia, mi compañero en Maracaibo 1998 como parte del equipo de pistola aire 10 metros que ganó el oro. Ahora lo sigo entrenando para Tokio 2020.
Rivalidad, compañeros y tiempos actuales…
Cuba siempre ha tenido buenos tiradores. La rivalidad era importante, pero nosotros nos ayudábamos, aconsejábamos y contribuíamos a las soluciones. La competencia la dejábamos para los campeonatos nacionales, a los cuales asistían muchos más atletas que ahora.
Tuve muchos contrarios de calidad, como Nelson Oñate, séptimo olímpico en México 1968, quien después de su retiro participaba en los nacionales. Para hacer equipos, primero de cuatro integrantes, estaban Baquero, Ricardo Gálvez, Gonzalo González y Osvaldo Rivera, y después, para tres plazas, Norbelis Bárzaga y Abel Juncosa.
Ahora el panorama ha cambiado debido a la tecnología, que decide mucho. Por suerte últimamente hemos podido asistir a bases de entrenamiento y competencias en las cuales se utiliza todo el equipamiento electrónico.
Hoy, para beneplácito de nuestros equipos, el Enrique Borbonet está entre las prioridades del Inder para su total remozamiento, algo añorado por mucho tiempo.
Como en otros tiempos hemos buscado soluciones, adaptaciones y podido asistir a algunas competencias. Eso nos da confianza hacia delante.
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