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Publicación del Instituto Nacional de
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JUEVES 25
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Bernardo Comas Aguilera
«Si no se prepara bien, no compite bien»

Fiel a la sencillez que le distingue aceptó dialogar de inmediato y fue preciso en las respuestas.


Por: Roberto Ramírez
(roberto.ramirez@inder.gob.cu)
jueves, 10 de noviembre de 2016

Trayectoria...

Ganó 201 de sus 234 combates. Rey del orbe en Múnich 1982, los Juegos Panamericanos de Caracas 1983, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982 y los Juegos de la Amistad de La Habana 1984. Tres veces titular nacional y dueño de cuatro coronas en torneos Córdova Cardín.

En la actualidad...

Este hombre entregado y padre de tres hijos suma más de 20 años como entrenador de las selecciones élites de Camagüey, más dos estancias como técnico en Venezuela y una en El Salvador.


DOS AÑOS después de integrar la selección élite del boxeo cubano Bernardo Comas besó la gloria sobre la cima del podio universal.

Noqueó en el tercer asalto al finlandés Tarmo Uusivirta y tributó al liderazgo cubano en la cita de Munich 1982 como confirmación del buen tino de los técnicos encabezados por el profesor Alcides Sagarra.

«Fue una competencia dura, sobre todo porque integramos un equipo que ya no contaba con figuras establecidas como José Gómez y Andrés Aldama, pero logramos el objetivo, que era retener el título por países», dijo hace unos días a JIT.

«La preparación la hicimos en la propia Alemania, a donde viajamos dos atletas por división, y en mi caso me eliminé en los 75 kilos con Julio Quintana», añadió como parte del diálogo sostenido durante la final de la Serie Nacional, dominada por el anfitrión Pinar del Río.

No hicieron falta coordinaciones previas. Fiel a la sencillez que le distingue lo aceptó de inmediato y fue preciso en las respuestas, mientras su rostro adquiría matices diferentes según el tema en cuestión.

¿Siempre el boxeo?

Yo nací en la finca El Ingenito, perteneciente al central Colombia, actual territorio de Las Tunas, y allí conocí la pelota. Tenía 12 años cuando nos trasladamos hacia la ciudad de Camagüey, donde un entrenador me propuso el boxeo después de verme resolver un problema con los puños.

¿Entonces?

No tenía ni idea, pero después un primo mío y Omar Martínez me dieron unas zapatillas y una camiseta y me llevaron al gimnasio Giraldo Córdova Cardín. Mis primeros entrenadores fueron Fermín Espinosa y “Macuto” Martínez.

Y ahí nació el idilio...

Tanto que después pasé a la EIDE y más tarde a la ESPA Nacional, porque en 1976 había ganado en los 60 kilos en los Juegos Escolares de Guantánamo.

¿Qué te dejó la categoría juvenil?

Fui campeón de Cuba y de los Juegos de la Amistad, y logré medallas en otros torneos en la isla y en el exterior.

¿El equipo grande?

En 1979 Alcides había dicho a mis entrenadores que tenía interés en mí. En 1980 asistí al torneo Girón de Pinar del Río y no logré medallas pero de todas maneras me llamaron. Llegué en 67 kilos, pero me dijo que no me preocupara por el peso, porque mi división estaba por definirse.

¿Quién fue tu preparador inicial?

Honorato Espinosa, aunque después pasé a trabajar con un grupo que dirigía el propio Alcides y completaban Emilio Correa y Pablo Torres.

Volvamos al mundial de Munich 1982...

Ese año fui subcampeón nacional y gané el torneo Córdova Cardín, y en realidad estaba en mejores condiciones y por eso me quedé con la plaza de los 75 kilos.

¿Cómo enfrentaste la presión?

Por una parte la sentía, por tratarse de mi primer gran evento, pero por otra tenía la convicción de que estaba bien preparado y podía hacer lo que me había propuesto.

¿La pelea más difícil allí?

En semifinales contra el estadounidense Iran Barkley, porque era un hombre muy habilidoso que me hizo fallar muchos golpes. Casi no puede pegarle pero era muy poco técnico y le quitaron dos puntos.

¿Por el oro?

Siempre pensé que era el momento más complicado, sin imaginar que iba a enfrentar a Uusivirta, que había perdido dos veces con Gómez, en el 78 en La Habana y en el 80 en Moscú. Era escurridizo, se movía mucho, pero en el primer asalto se equivocó y le contaron. En el segundo comenzó a darme vueltas hasta que se detuvo y otra vez pude impactarle con fuerza, y en el último se mostró más cansado y peleamos en la media y corta distancias, donde me desenvolvía muy bien. Ahí fue donde lo fulminé.

¿Con qué armas te sentías más seguro?

Mis principales golpes fueron el gancho y el swing de izquierda. Sabía que si los empleaba bien tumbaba.

¿Se nace con pegada?

Puede ser un don natural, pero en el gimnasio se incrementa la fuerza y se perfecciona la técnica, y esa combinación garantiza hacerlo mejor. El que más trabaje la ejecución de los golpes tendrá más opciones de ganar.

¿Los rivales más clásicos en Cuba?

José Gómez y Julio Quintana.

¿A pesar de eso fueron amigos?

Lo somos, y es algo habitual en el boxeo, donde fuera del ámbito competitivo siempre primó la confraternidad, el ambiente de familia.

Además de la faja del orbe, ¿qué otros momentos marcaron con más fuerza tu carrera?

Ganar los Juegos Panamericanos de Caracas 1983 y los centroamericanos de La Habana 1982, así como dos topes Cuba-Estados Unidos, dos matches de retadores y los Juegos de la Amistad de 1984, también en La Habana.

¿Por qué el retiro?

Decidí salir del deporte activo después del Cardín en 1986, donde perdí y me di cuenta de que era el momento. Entonces ya me había licenciado en Cultura Física, pero seguí superándome y hace más de 20 años trabajo con el equipo de Camagüey.

¿De lo aprendido qué priorizas como mensaje hacia tus alumnos?

La disciplina, que interioricen la importancia de cumplir lo establecido, de identificar el valor de las orientaciones, un espíritu que también impera en nuestro colectivo de trabajo, así como estar abierto a los conocimientos y recibir lo nuevo que llegue en el orden de la superación.

¿Hasta dónde resuelve el talento?

Si usted no hace las cosas bien en el gimnasio no pueden salirle bien encima del ring. Cuando observas a un atleta que responde física y tácticamente es porque se preparó, porque se hizo el trabajo correcto. No hay magia, por muy talentoso que sea, si no se prepara bien, no compite bien.

¿Realizado entonces?

Las satisfacciones han sido muchas, desde ver triunfar a generaciones anteriores a la mía hasta traer varias medallas de oro para Cuba y saberme parte de los éxitos de otros.

¿Algún “tesoro” extradeportivo?

Haber conversado con el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando gané los centroamericanos y los Juegos de la Amistad de La Habana, momentos de los que poseo fotos. Y haberlo hecho también con nuestro actual presidente Raúl Castro, quien me firmó una camisa que conservo.

¿Alguna vez imaginaste pelear por otro país?

Jamás me pasó por la cabeza. Incluso he recibido más de una propuesta para que salga de Cuba como entrenador por cuenta propia, y siempre he respondido que solo contratado por mi organismo.

Puesto a escoger, ¿otra vez el boxeo?

No sé si en el mismo peso y con los mismos resultados, pero otra vez sería boxeador y me entregaría de igual forma.

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