TRANSCURRÍA el año 2000 y sentado frente al televisor en compañía de su hermana y su mamá, viendo los Juegos Olímpicos de Sydney, el luchador Iván Fundora Zaldívar les expresó: «Si algún día voy a un evento de ese tipo pueden estar seguras que regreso con una medalla».
Cuatro años después el deseo se hizo realidad al quedar tercero en la cita de Atenas, donde el muchacho nacido el 14 de abril de 1976 y conocido como “La máquina de Güines” vivió el clímax de su carrera.
«Fue el punto más alto, pero todavía estoy inconforme, pues podía haber llegado más lejos y los árbitros no me lo permitieron», dijo el laureado librista al conversar con JIT sobre esa y otras facetas de su vida.
«En el vuelo hacia allá les hice saber a mis entrenadores Filiberto Delgado y Arturo Yánez que esa era mi oportunidad e iba aprovecharla al máximo luego de tantos años de sacrificio», sentenció.
Cuéntanos de la competencia.
Resultó muy fuerte, pero estaba muy concentrado. Llegué en buena forma tanto física como mentalmente. El comienzo fue contra el indio Sujeet Maan y lo derroté rápido, lo que me dio confianza para seguir adelante.
El sorteo te exigió.
Caí en un grupo muy duro y el camino al podio en los cruces igual fue tenso. Después vencí al armenio Araik Gevorgyan, que me exigió, y luego siguió el canadiense ex campeón olímpico Daniel Igaly, antes de un intento de soborno y un despojo arbitral en la pelea con el kazajo Gennadi Laliev, que me impidió estar en la final.
¿Cómo recuerdas ese duelo?
A pesar de su calidad, experiencia y habilidades, y de ser un gran especialista en tirar movimientos de pie, pude ganarle, pero los jueces lo impidieron. Nunca fue penalizado por sus constantes agarres a la trusa. Empecé marcando pero él empató y tomó ventaja con su estilo mañoso, y me ganó 3-2 tras la validación de varias acciones negativas. Creo que si le llamaron la atención dos o tres veces fue mucho, algo increíble. Esa derrota me mandó a discutir el bronce con el polaco Krystian Brzozowski.
¿Qué hiciste para reponerte de ese golpe?
Tras perder con Laliev regresé a la villa, no almorcé y me encerré en mi habitación tratando de buscar concentración hasta la tarde-noche, cuando salimos de nuevo para la instalación. La pelea comenzó y salí a “comerme” al polaco como se dice, fogoso, explosivo y a tirarle tackles. En aquel entonces eran dos tiempos de cuatro minutos y ganaba el primero que llegara a tres puntos. Salió delante 1-0 y así nos fuimos al tiempo extra, al famoso agarre del cleanch, donde marqué dos puntos en una acción continuada y el tercero con un tackle.
¿Qué sentiste en ese momento?
Cuando me levantan la mano estuve feliz por fracciones de segundo, pero fui para una esquina de la instalación y me puse a llorar, no de alegría, sino de impotencia pues podía haber sido plata u oro. Así estuve como dos días hasta que comprendí que son pocos los que pueden vanagloriarse de tener una medalla olímpica.
¿Cómo fueron tus inicios? Se produjeron en el gimnasio del parque central de mi natal Güines, donde di mis primeros pasos de la mano del entrenador Isel Montero, y después pasé a la EIDE Julio Antonio Mella. Cuando hablo de esos momentos recuerdo a mi primo Michel, uno de los mejores prospectos de la lucha escolar de entonces.
¿Disfrutaste esa etapa?
Fue algo muy bonito, pues aunque era solo un niño de 11 años llevaba la lucha por dentro, lo que quizás explica que defendiera a mis amigos de algunos más grandes que nosotros. Capté rápido los conocimientos y en 1991 me proclaman el mejor atleta de los Juegos Escolares Nacionales, cuando competí en la categoría 13-15 años en los 62 kilogramos.
Fue rápida tu llegada al equipo élite juvenil.
En mi primer año en esa categoría logré plata nacional en 62 kilos y en el siguiente oro en los 68.
Éxito que repetiste una temporada más tarde. Exacto, en el año 94, y voy al mundial juvenil en Budapest, donde fui octavo tras dos victorias y dos derrotas.
¿La preselección nacional de mayores? Fue en 1995, cuando quedé segundo al caer ante Carlos Ortiz. Comienzo de la mano del difunto preparador Isidro Cañedo, hasta que Filiberto Delgado asume la responsabilidad en el equipo grande.
¿Qué crees de la lucha cubana actual?
No podemos decir que está bien, se han perdido muchas cosas como topes, competencias, eventos, carteleras en provincias, y se compite muy poco. Antes se entrenaba muy fuerte, tres sesiones al día y mucha preparación física. Hay reducción en las plantillas. No quiero generalizar pero algunos muchachos además se contentan con solo estar ahí, tener la ropa deportiva y el último celular. No se esfuerzan al máximo y esto lo digo sin querer ofender a nadie, pero viene pasando desde hace algunos años. El entrenamiento y la disciplina son claves y lo que no se hace en la preparación no puede hacerse en las competencias.
¿Y a nivel mundial? Muy alto. La calidad se ha diseminado hacia muchos países y cualquiera puede sacarte un susto. Además, con los nuevos cambios de divisiones y reglamentos la preparación física ha retomado su importancia, sin menospreciar la técnica y la táctica.
¿Tus rivales más difíciles?
Nunca menosprecié a ninguno, pero en Cuba Yasmany Sánchez, Daniel González, Serguey Rondón y Carlos Ortiz y a nivel mundial el ruso Bouvaisa Saitiev, el kazajo Laliev, el ucraniano Ibrahim Aldatov, el canadiense Igali y el estadounidense Joe Williams.
¿Técnica favorita?
Yo no era muy técnico, basaba el combate en mi explosividad y fogosidad, dependía más bien de mi preparación física, conmigo era de silbato a silbato. Era un tirador de tackle, además del desbalance y la cruz.
¿Qué consejos dejarías para las nuevas generaciones? Insistir en que el entrenamiento es la clave de todo y siempre que se pueda estudiar a los rivales y nunca minimizar a nadie. Trazarse tareas y metas antes de los combates. No dejarse vencer antes de tiempo, porque las peleas se acaban cuando suena el silbatazo final.
¿Qué haces en la actualidad?
Entreno en el Centro Deportivo Rafael Conte, en el municipio 10 de octubre. Imparto mis conocimientos en las categorías 9-10, 11-12 y 13-15 años, una experiencia maravillosa, desde la que pretendemos que sean buenos atletas y buenas personas. ¿Aspiraciones? Superarme y llegar a trasmitir mis enseñanzas y experiencias en el equipo nacional. ¿Y la familia?
Lo máximo, el apoyo que nunca puede faltar. Siempre han estado ahí, mi madre, mi hermana, mi hija, que tiene 14 años, mi padre, que en paz descanse, mi actual esposa y mi suegra. I cheated on my wife read here women looking to cheat
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