La Habana.- SERÁ difícil que alguien le reconozca por su nombre, pues desde que a los ocho años se inició como portero de polo acuático, amigos y admiradores le llaman “Bolondrón”.
José Ángel Ramos Soler es de los hombres que dejan su impronta por donde pasan, y no por los cerca de dos metros de estatura que soportan casi 90 kilogramos de peso, sino porque combina carisma y sencillez.
Inteligente, conversador, crítico y optimista, pasó a formar campeones tras 23 años como integrante del equipo Cuba.
Para quien el saber es necesidad perenne, tanto como el aquilatar los saldos del sacrificio, no hay tiempo para lamentos.
Recién llegado al medio siglo de vida (7 de marzo de 1964) “Bolondrón” exige a sus alumnas de la selección élite por amor a un deporte que vivió una época de gloria en la isla.
La piscina de la Ciudad Deportiva capitalina, emblemática para la generación que ganó por única vez el torneo de esa disciplina en citas continentales para hombres, fue ideal para su encuentro con JIT, un medio del que se declara seguidor.
¿Por qué “Bolondrón”?
Cuando llegué con ocho años a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) Luis Augusto Turcios Lima, de Varadero, me identificaron con el lugar donde nací, Bolondrón, en Matanzas, y desde entonces llevo ese apodo con gran orgullo.
¿Quién te inició en el deporte?
Lino Socorro, hoy jefe de entrenadores de la selección cubana de clavados. A él le debo ser portero desde mis comienzos. Era riguroso y así ha sido toda la vida. Siempre lo pongo de ejemplo sobre lo importante de la disciplina para todo.
¿Cómo llegas al equipo grande?
De Varadero pasé a la Marcelo Salado, que era la Escuela Nacional de Perfeccionamiento Acuático, pues estaban practicantes de esos deportes menores de 18 años, y de ahí subí a la selección, en la que me recibe uno de los mejores directores del polo de Cuba y del mundo, Juan Almeneiros.
¿Siempre con él?
La mayor parte de los años que estuve en el equipo Cuba. Participé en cuatro juegos Centroamericanos y del Caribe, igual cantidad de panamericanos, dos copas del mundo, tres mundiales, tres preolímpicos y una Olimpiada.
¿Cuál rememoras más gratamente?
Creo que el mismo de toda mi generación, los Juegos de La Habana’91. Aquí, en esta piscina, le ganamos a los Estados Unidos por única vez en esos eventos.
En tres tiempos no me anotaron un gol y cuando fueron a reaccionar ya era tarde. Pero tiene mayor significado porque ellos venían de ganar la Copa del Mundo y el Comandante en Jefe estaba viendo partido. Su presencia nos animó mucho.
¿Y hablaron con Fidel?
Sí, estaba tan contento como nosotros. Experiencias como esas se dan pocas en la vida. ¡Que tu presidente te vaya a ver y encima de eso ganes!
Fue el 13 de agosto, día de su cumpleaños, y era la única final de esa jornada frente a Estados Unidos, un eterno y fuerte rival.
Pienso que le hicimos tremendo regalo, que creció cuando se ganaron los Juegos.
¿Y dónde la experiencia peor?
Dos eliminatorias olímpicas, en 1996 y 2000. En la primera nos ganaron por un gol, y dolió mucho porque tuvimos cerca la posibilidad de representar a Cuba y se nos fue de entre las manos. Te hablaría de tres participaciones en Olimpiadas.
¿A cuál asististe?
A la de Barcelona, donde quedamos undécimos. Entonces éramos reconocidos mundialmente porque jugábamos sin complejos con yugoslavos, australianos, estadounidenses, húngaros o alemanes.
¿Qué sientes cuando te nombran a Oscar Periche?
Agradecimiento y compromiso. Es mi maestro. Coincidimos cuatro años en la selección nacional y le sustituí como regular pero me enseñó lo que sabía y no solo a parar disparos en el agua.
Lo admiro como padre de familia, como amigo, como persona, como educador. Él fue y es mi ídolo.
¿Qué otros polistas recuerdas con agrado?
Son muchos y se me pueden quedar algunos, pero como insistes lo intento: Pablo Roger Cuesta, Bárbaro Díaz, Iván Pérez, Jorge del Valle, Nelson Domínguez, Arturo Ramos, Lázaro Costa, Gerardo Rodríguez, Jorge Rizo…
Con varios de ellos compartí casi la mitad de mi vida.
¿Y la familia?
Tengo tres hijas. Todas han hecho deportes, incluso la mayor, Jessica, graduada de sicóloga, trabajó con el equipo de Metropolitanos de béisbol y con los nacionales de bádminton y tiro con arco.
Mauren, la segunda, estudia medicina y la más chiquita está en octavo grado.
¿Cuánto va del polo en que fuiste atleta activo al de hoy?
Mucho. Lo principal es que jugábamos una gran cantidad de partidos al año y con equipos de gran calidad. Estábamos en Europa casi seis meses enfrentando a selecciones fuertes.
Hoy, sobre todo en la rama masculina, eso prácticamente no existe. En la femenina el nivel es continental.
¿Qué depara Veracruz 2014 para las chicas?
Los Juegos Centroamericanos y del Caribe serán duros. Sabemos que México es fuerte. Casi el 50 por ciento de sus polistas apenas hablan español, pues estudian en escuelas estadounidenses, donde entrenan.
Ellas son las grandes adversarias, pero el propósito es el oro.
¿Será tu primera competencia como entrenador de selección nacional?
Sí, y sé que no me van a defraudar. Tengo gran confianza en las mujeres. Piensa que en casa tengo cuatro que son mis campeonas. risks of abortion pill click link I cheated on my wife click here women looking to cheat reasons married men cheat why men cheat love affairs with married men bystolic discount coupon daliresp patient assistance
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