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JUEVES 18
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Estela Rodríguez Villanueva
El baloncesto perdió, judo la ganó
Siempre se le ve en los principales eventos de esta modalidad por el Centro de entrenamiento Cerro Pelado o en cualquier instalación presta a brindar sus consejos a nuevas y hasta establecidas figuras.

Por: Roberto Méndez
(robemen@inder.cu)
viernes, 10 de enero de 2014

Trayectoria...
Primera campeona mundial del judo en Cuba y plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona´92 y Atlanta´96.
En la actualidad...
Entrenadora del CD Mártires de Barbados en Alamar, Habana del Este.

La Habana (9 ene).- EN SU deporte preferido quizás no hubiera sido la primera campeona mundial latinoamericana, ni ganadora de las dos platas olímpicas que logró en el judo convertido en su vida y parte de una generación dorada.

La espigada morena de Palma Soriano, en Santiago de Cuba, llamó desde pequeña la atención por su físico y en ese tiempo el baloncesto femenino tenía mucho más arraigo, además de la hermana Luisa Arias (fallecida), era tomada de ejemplo en el apasionante deporte.

Estela Rodríguez, nacida el 17 de noviembre de 1967, llegó a la cabecera de su provincia soñando con jugar entre estrellas de la talla de Leonor Borrell, siguió hacia la capital cubana en busca del sueño, pero allí encontró el camino cerrado y terminó volviendo a la Ciudad Heroina.

Persistió en el empeño pero el retorno le deparó seguir en la ESPA solo como matrícula del arte marcial del cual no imaginaba llegaría a ser una de sus luminarias, cuando en el país no existía ni siquiera un equipo nacional.

Con todo su peso de más de 120 kilos equivalente en afabilidad, siempre se le ve en los principales eventos de esta modalidad por el Centro de entrenamiento Cerro Pelado o en cualquier instalación presta a brindar sus consejos a nuevas y hasta establecidas figuras.

«El secreto de convertirte en un atleta de grandes resultados está en la integración a la preparación con toda la disciplina y rigor», dijo a JIT en una conversación sostenida en su querido gimnasio de la citada escuela, desde donde se dio a conocer en Belgrado’89 con el título en la división de más de 72 kg.

Aunque luego de su retiro se alejó del deporte por «necesidades económicas» desde el 2007 volvió a topar desde la enseñanza a niños y jóvenes en su barrio de Alamar.

Muchas veces en la Ciudad Deportiva, en el Cerro Pelado o en torneos se concertaba un diálogo, sin embargo pese a lo conversadora y jaranera como buena santiaguera lo posponía, hasta que llegó el ineludible durante el último fogueo de la preselección nacional.

¿Dónde tiraste tus primeras canastas?

En el área de mi pueblo natal comencé cuando tenía nueve años. Me captaron por mi físico, ya era bastante alta y fuerte, aunque con no tanto peso como llegué a tener y menos ahora.

Con esos atributos, ¿por qué no seguiste en el básquet?

Fue una historia muy curiosa y llena de imprevistos, pero como dice el dicho no hay mal que por bien no venga.

Me captaron para la ESPA en Santiago de Cuba en 1982 y al año siguiente para la nacional. Cuando llegué habían cerrado la matrícula así que debí regresar y para ese tiempo tampoco tenía plaza allí.

Desde que estaba en baloncesto el profesor Roberto Lewis siempre insistía en pasarme para judo. No me quedó más remedio porque era entrar con él o irme.

¿Y tenías conocimiento de su práctica?

Ninguno, solo mi tamaño de 1,87 metros y 80 kg de peso. Era una criollita de Wilson. A los dos meses los profesores Vicente Leal (fallecido) y Justo Noda me captaron para la preselección nacional. Llegué aquí a La Habana sin saber romper caída ni otros fundamentos y ellos me enseñaron, luego con la entrada en 1986 del profesor Ronaldo Veitía pude tener más fuerza.

En esa época la figura principal Regla Povea había sufrido un accidente y ellos pusieron su vista en mí para sustituirla.

¿Cómo aprendiste la técnica?

Ya en este deporte me dije si lo voy a practicar tengo que llegar lejos, además mi papá siempre me decía que debía aspirar a eso, aunque estaba convencida de sus muchos golpes y proyecciones. Siempre tenía estudio individual después de los entrenamientos y un profesor dedicado a mí para aprender las diferentes técnicas, ya había alcanzado 110 kg porque Lewis me hizo subir mucho.

Es lo único que no le agradezco. Él siempre decía que yo iba a ser campeona y me trataba como su hija.

¿Cuál fue la primera competencia y medalla internacional?

Fue en Polonia, como parte de una gira de invierno que hacíamos, y quedé séptima. Las medallas las gané en los Juegos Panamericanos de Indianápolis en 1987 con plata y bronce. En la discusión del oro perdí, no, me quitaron el combate, con la estadounidense Margaret Castro. El árbitro me llevó muy recio, le hice varias técnicas válidas para Wazari y no las cantó. A solo unos segundos ella me hizo un movimiento y entonces sin serlo dijo que era Ippon. El profesor Veitía quería fajarse con el árbitro.

Dos años después llegaría la primera dorada para la naciente escuela de judo cubana, ¿hubo antecedentes?

Bueno en 1988 tuve a mi segundo hijo y me incorporé a entrenar solo seis meses antes del evento. En el mundial del 87 también estaba embarazada y se lo escondí al profesor, ahí quedé séptima. Por eso en el siguiente me dije que buscaría un buen resultado y lo logré. Tengo grandes recuerdos de la entonces Yugoslavia, fue muy especial porque íbamos a ciegas pero las morenas cubanas impactamos, también con bronce de Maritza Pérez y Odalys Revé.

En la final con la británica Sharon Lee tenía mucha presión, pero me dije tengo que concentrarme en lo dicho por el profesor, que no dejara agarrarme con el Koguchi y así fue, parecía una bailarina, claro pesaba menos. Faltando unos segundos le marqué Yuko.

Más tarde llegarían otras citas importantes, algunas frustrantes, sobre todo las dos platas olímpicas.

Obtuve plata en el torneo del orbe de Barcelona’91 y un año después allí mismo alcancé igual metal en los Juegos Olímpicos. En el primero me confié mucho y ese es el más grave error de un deportista de alto rendimiento. Ya le había ganado a la china Yiaoyan Ihuang, resulta que me habían grabado por todos lados. Incluso yo la había inmovilizado y no cantaron el Osaekomi, pero no prosperó la reclamación.

En la olimpiada allí mismo también perdí con ella. Atlanta fue muy diferente, estaba bien pero me sacaron tres veces del tatami porque me había manchado el judogui por la menstruación, llamaron al profesor que a la cuarta vez me descalificaban. Para la final hubo que buscar otro en la villa, yo le había ganado a la china Sun Fuming por tremendo Ippon en el mundial de Makuhari’95, sin embargo me pasó lo mismo con el judogui. Uno de los tres jueces lo vio pero el principal no, así que tuve que disimular y no podía levantar los pies. Ella me marcó un Yuko.

Los siguientes años no resultaron tan buenos, ¿cuáles fueron las causas?.

Tuve un descanso porque me sentía agotada. En el 2000 volví a entrenar sin encontrar la forma. Competí por última vez en el mundial de Múnich y por lo hecho decidí retirarme.

Y de ahí hasta ahora, ¿a qué te has dedicado?.

Bueno trabajé en SEPSA para mejorar la atención económica a mi familia hasta el 2007, ya con la creación de la Comisión de Atención a Atletas y estando en Venezuela como invitada a los Juegos del ALBA se conoció de la estimulación aprobada.

Cuando regresé me incorporé al combinado Mártires de Barbados en Alamar atendiendo a niños y jóvenes, solo en la parte física pues aún no he podido concretar el colchón. He hecho muchas gestiones personales, ya tengo la lona pero son muchas cosas y estamos lejos, aunque no desisto de hacerlo algún día.

¿Crees que hubieras podido llegar más lejos como atleta? ¿Qué te faltó para lograrlo?

Sí, a pesar de los imprevistos, pude alcanzar más títulos. Me faltó en varias ocasiones concentración y entrenar con todo. Solo ahora puedo pensar en ello, y no me queda más que inculcarlo a los alumnos y a las muchachas del equipo nacional.

Entonces, ¿el baloncesto o el judo?.

El baloncesto en mi corazón, el judo en mi vida.











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