|
Recuerdos desde las alturas
|
|
Su carismática figura acaparó portadas en medio planeta, donde también se habló de su sencillez y alto sentido de fidelidad, su gusto por la música y su risa contagiosa.
|
|
La Habana (22 jul).- NO HACEN falta excusas para hablar de Javier Sotomayor. Su gloria como saltador es conocida hasta por los menos avezados en temas deportivos y millones en el mundo aún le admiran pese a los años transcurridos desde el retiro.
Con el aliento contenido miles de espectadores siguieron aquellos vuelos precedidos por unos pasos enormes que parecían hacerle flotar antes del despegue para luego sobrepasar las alturas más impensadas.
Su carismática figura acaparó portadas en medio planeta, donde también se habló de su sencillez y alto sentido de fidelidad, su gusto por la música y su risa contagiosa.
Juegos Olímpicos, campeonatos mundiales y otras muchas competiciones son parte de sus recuerdos, donde hay también momentos tristes, como aquel en que tuvo que asumir la muerte de su entrenador José Godoy o el azote de las lesiones.
Todavía son suyos los récords del orbe al aire libre y bajo techo, y pese a algunos acercamientos recientes no parecen peligrar por ahora.
En 1988 dejó su primera huella en la española Salamanca con registro de 2,43 metros que en septiembre próximo cumplirá 25 años, algo que nadie se atrevió a predecir entonces.
Apenas una temporada después festejó el 2,44 en San Juan, Puerto Rico, donde se convirtió en el primer y único hombre que sobrepasaba los ocho pies sin ayuda de implemento alguno.
Desde ese propio 1989 el “Soto” reinó además en el ranking para salas techadas tras el 2,43 vencido en Budapest, pero su principal hazaña llegaría el 27 de julio de 1993.
Otra vez fue Salamanca el sitio escogido por el destino para encumbrarle con un 2,45 “extraterrestre” que en pocos días llegará ileso a su vigésimo aniversario.
Las emociones acumuladas durante ese y otros desafíos también siguen intactas, y pese a las muchas veces que ha vuelto sobre ellas, el “Príncipe de las Alturas” aceptó repasarlas a solicitud de JIT.
Lo hizo desde un cómodo rincón de su hogar, cerca de un gigantesco 2,45 que inmortaliza la mítica cifra y una simbólica varilla que nunca más cambiará de altura…
«Coincidentemente, y digo que hasta para suerte mía, tocó Salamanca de nuevo. Pude haberlo hecho una semana antes en Londres, donde salté 2,40, pero intentando esa marca comenzó a llover y paré.
»Era una etapa en que me sentía muy bien y sabía que iba a llegar en Londres o Salamanca, y si no la próxima…
»Fueron días en que sentía que todos los ejercicios me salían bien, y por supuesto me ayudó mucho el público, el clima, las condiciones físicas y mentales que tenía para ese momento.
»Eran las 8 y tanto de la noche, pero en verano, y en España todavía era de día. Fallé en el primer intento porque equivoqué cosas sencillas, en el mismo vuelo bajé la cadera muy pronto y por eso en el segundo mi entrenador me pidió hacer la carrera más rápida y dio resultado.»
Un día antes el mayor de sus cuatro hijos, único entonces, cumplió seis meses, y el progenitor brindó con los amigos, sin sospechar que 24 horas después la fiesta sería mayor.
Sin embargo el éxito no le impactó como cabe suponer…
«Es que para mí nada había cambiado, yo tenía el sabor de lo que era un récord del mundo y creo que el que más valor tiene fue el primero, aunque todos me hicieron diferente en algo.
»Pero sí creo que me quedé corto, la gente no conoce toda mi historia en el salto de altura y piensa que salté el 2,45 y ya, que eso es todo, sin detenerse en las tantas veces que salté 2,40, 2,43 y 2,44, y consideran el 2,45 como si hubiera sido obra y gracia del Señor.
»Creo que si no hubiera tenido tantas lesiones y si Godoy no hubiera muerto en 1990 por lo menos hubiera llegado a los 2,46 o 2,47.»
A petición suya fue Guillermo de la Torre quien asumió su preparación tras la pérdida del “viejo”. Vivieron momentos difíciles, pero llegó la calma y con ella nuevos triunfos…
«Guillermo tuvo la inteligencia y las condiciones como entrenador para llevarme a otro récord del mundo y varios buenos resultados, pero entre 1990 y 1993 fueron años difíciles, de adaptación y alguna que otra lesión.»
Barcelona´92: 2,34, otra vez la cumbre...
«Estuvimos muchos años anhelando una Olimpiada. Ya tenía el récord del mundo, había sido campeón al aire libre y bajo techo… Llegó entonces ese momento y estaba muy bien, pero sin saltar 2,40, muy parejo con los demás, no me sentía como decimos nosotros, “escapado”.
»Estuve mirando el reloj en Barcelona casi cada una hora, recuerdo que la última vez eran las cuatro de la mañana y no se me olvida que Gustavo, el psicólogo, guardó estratégicamente una opinión que había salido en la prensa y decía «Sotomayor tiene que demostrar», porque en el mundial del año antes había terminado en plata por una lesión. En fin, opinaban que yo no era el mejor.
»Saliendo para la competencia Gustavo le dice a Jesús Molina, que era el comisionado, “Enséñale esto ahora al Soto”, y ya en la guagua me lo dan y lo leo. Y pensé esta gente están locas… Esos comentarios me molestaban pero me motivaban más.»
El 2,43 más disfrutado…
«En el año 88 nos preparamos para los Juegos Olímpicos, pero cuando a finales de agosto se determinó que no íbamos a asistir se buscó un mitin para participar, y el único que quedaba era el de Salamanca. »Llegamos una semana antes y el primer día que fuimos al gimnasio vimos que era bien pobrecito en cuanto a las cargas de peso. Pero esa misma noche nos recibieron en el Ayuntamiento y mi difunto entrenador le dijo al alcalde “Yo necesito que usted me garantice 260 kilos y le prometo que el nombre de Salamanca va a salir en todos los diarios del mundo”.
»El día antes de la competencia habló conmigo y me recordó que me había preparado ese año para récord del mundo. Ya habíamos saltado 2,40 y me aseguró que si no lo hacía entonces el próximo año tenía que hacerlo dos veces, el que entonces debería y el que tocaba.
»Cuando salté se me salieron las lágrimas, y mi entrenador me decía “¿Por qué lloras si esa no es una sorpresa?”. Te lo juro fue con el que más me emocioné.»
Entre finales de los 80 y toda la década del 90 abundaron los saltos sobre 2,30 y fueron también frecuentes los de 2,40-2,41. Una época dorada con el cubano como rey…
«Había mucha estabilidad entre todos los saltadores. Yo entre las organizadas al aire libre y bajo techo sobrepasé los 2,40 o más en 22 competencias, y en dos de ellas salté 2,40 y luego una marca superior, así que sumé 24 intentos válidos.
»En los años noventa competía entre 20 y 30 veces por temporada. Me sentía bien, con una buena preparación, y no me agotaba. Solo si me lesionaba.
»El 94, aunque no logré récord del mundo, fue el mejor año de mi carrera. Salté 33 veces, tuve nueve competencias con 2,40 o más y lo gané todo.
»Me gustaba más al aire libre cuando las condiciones eran buenas, sin mucho aire, un calor soportable y sin lluvia, que fue el gran enemigo por mi forma de saltar.»
Abrumadora mayoría de 11 votos de 13 posibles le convirtieron en Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 1993, cuando estuvieron igualmente nominados el astro del fútbol Pelé, la tenista Mónica Seles y el inigualable velocista Carl Lewis…
«Significó mucho por lo que representa, porque aunque se valoran los resultados deportivos también se tienen en cuenta muchas otras cosas como la personalidad, el ejemplo que trasmites y otros requisitos necesarios para conseguirlo. Además lo decide un jurado prestigioso y eso es un orgullo.»
Nunca consiguió récord mundial en Cuba y esa es una de las “espinas” que aún le molestan, pero de cierta manera se desquitó con unos Juegos Panamericanos que le hicieron feliz en 1991…
«Estadio lleno, el Comandante viendo la competencia… Cuando cometí el segundo foul en 2,29 quería morirme, pero morirme de verdad. El bahamés Troy Kemp y el americano Hollis Conway saltaron 2,32 en sus primeros intentos y pensé “Si salto lo más que tengo es bronce”, así que renuncié y Guillermo me dijo “Tú estás loco”, pero esperé los 2,35.
»Vinieron ellos, dieron nulos y dije “Oh, esta es la mía”. Le entré a los 2,35 como si estuviera intentando el récord del mundo. Luego respiré tranquilo.»
La peor altura…
«Los 2,25, que fueron los más fallados.»
Una comida…
«Siempre la criolla.»
¿El atletismo de nuevo?
«Conociendo lo que hice lo vuelvo a escoger. Sin saberlo a lo mejor hubiera escogido el baloncesto.»
Momentos para olvidar y atesorar…
«Dos en cada caso: lo más malo cuando falleció mi entrenador y cuando me acusaron en Winnipeg por algo que no hice. Lo bueno el oro de Barcelona y el 2,45.»
Un deseo no cumplido…
«El 2,46.»
natural abortion pill ru486 cost medical abortion pill online risks of abortion pill link link bystolic free trial coupon bystolic coupons for free bystolic discount coupon site daliresp patient assistance aspiration abortion cost open how to get the abortion pill |
|