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JUEVES 28
MARZO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Liudis Masó Bellicer
Privilegiada en tiempos de héroes
Diálogo con la primera mujer cubana discapacitada en obtener una medalla de oro en Juegos Paralímpicos.


Por: Roberto Méndez
(robemen@inder.cu)
miércoles, 20 de marzo de 2013

Trayectoria...
Como atleta convencional destacó en el área de lanzamientos del atletismo hasta 1981. Luego en el deporte para discapacitados en 1988 descolló por sus títulos y récords mundiales aún vigentes en el disco con 45,06 m en Atlanta´96 (F12) y 44,76 en Sydney´00 (F13).
En la actualidad...
Entrenadora de deportistas discapacitados en Guantánamo.

La Habana (20 mar).- TUVO el honor de convertirse en la primera mujer cubana en obtener una medalla de oro paralímpica y supo lo que significa repetir reinado a ese nivel.

La guantanamera débil visual Liudis Masó Bellicer lideró el lanzamiento del disco en Atlanta’96 y Sydney’00, y pudo brillar en las dos ediciones siguientes, pero se le interpusieron razones bien diferentes.

En Atenas’04 una mala pasada con la ropa de competencia le privó de la tercera. Rumbo a Beijing’08 su segundo embarazo le llegó sorpresivamente.

Próxima a cumplir 43 años todavía pudiera competir, pero se ha dedicado al entrenamiento en su ciudad natal, y hace unos días se le vio en esas funciones durante el torneo de atletismo de las VIII Paralimpiadas Nacionales en Las Tunas.

En la Pista Sintética de esa ciudad oriental la locuaz y simpática mujer aseguró a JIT que «fuimos parte de un grupo de héroes al abrir el sendero a estas nuevas generaciones que retomaron el camino ganador en mejores condiciones».

Llegó al deporte convencional en 1981, destacando hasta edades juveniles, pero nació con una miopía a la que se sumó glaucoma y terminó por competir entre personas con ese tipo de afección.

¿Cómo fue tu encuentro con el deporte para discapacitados?

Un día fui a la pista en Guantánamo y Omar Turro (triple campeón paralímpico), hoy mi esposo y padre de mis dos hijos, vio que yo podía competir por mi grado de baja visión severa, que incluso se podía agravar con el tiempo. Así que me inscribí en la ANCI y por consiguiente en el deporte para discapacitados en el año 1988, cuando obtuve mis primeras tres medallas de oro en el campeonato nacional.

Pero luego vino un alejamiento, ¿cuáles fueron las causas?

Bueno, estaba por concluir mi carrera en curso regular diurno y me coincidían los entrenamientos, además me casé en 1990 con Turro y paré.

Sin embargo, tuviste un regreso por lo alto.

Sí, en 1995 me reincorporo para los I Juegos Prapanamericanos de Ciegos en Mar del Plata, Argentina, consiguiendo los títulos en disco (44,63 m/récord mundial), bala (11,92) y jabalina (31,66) entre calificadas B2 por ese entonces.

Eso me dio la posibilidad de asistir a los X Juegos Paralímpicos de Atlanta, donde alcancé el oro en el disco, también con récord mundial de 45,06 (hoy vigente para F12) y plata en jabalina (33,42). Fui cuarta en la bala (10,46), que fue mi primer evento y lo enfrenté nerviosa, pues aquí estaba tirando más de 13 metros y allí se ganó con 11.

El prearranque, la alimentación, y muchas dificultades para el arribo, que no podía ser directo, me afectaron. Gracias al apoyo de Turro pude competir mejor en los otros.

Y vinieron otros lauros.

En el Campeonato Mundial de IBSA en Madrid, España, en 1998, gané oro en disco y plata en bala. En 1999, en los I Juegos Parapanamericanos en México, salí con oro en las tres modalidades.

En los paralímpicos de Sydney me reclasificaron a B3 y gané en el disco (44,76 récord mundial vigente para F13), única especialidad en la que competí.

Ratifiqué la corona en el mundial de Lille, Francia en el 2002.

¿Qué pasó en Atenas y Beijing?

Antes de Atenas pensaba hacer mi mejor marca, pues estaba tirando por encima de 50 metros en el disco y allí en la competencia incluso más, pero cometí tres fouls.

Me había ido sin el vestuario desde Cuba y allí me entregaron uno nuevo al que no pude adaptarme. Las zapatillas me resbalaron mucho y no pude quedarme dentro del círculo.

Para Beijing también estaba muy bien. Fui para La Habana para integrarme al equipo y llenar documentos, y regresé a Guantánamo a dejar a mi hijo Omar Jesús, pero los médicos diagnosticaron un embarazo de 20 semanas de Omar David.

¿Después no regresaste?

El segundo niño nació con una malformación cardiaca bastante grave. Tuve que dedicarme a él. No puedo dejar de agradecer al INDER la preocupación diaria cuando estuvo ingresado en el hospital William Soler.

Ahora está con Turro en la casa mientras yo asisto aquí con mis atletas. El mayor, Omar Jesús, quiere ser corredor como su padre.

¿Entrenadora?

Lo soy porque al llegar al equipo nacional pasé a la carrera de Licenciatura en Cultura Física. Me gradué y no puedo dejar el deporte que ha sido mi vida, aunque sea en esta tarea.

Háblanos ahora de tu trayectoria convencional.

En 1981 fui a un evento pioneril en Tarará, donde finalicé entre las primeras ocho. Ese mismo año estuve en los Juegos Escolares Nacionales y con más madurez estuve entre las primeras cinco. Recuerdo que competía en el combinado D, integrado por velocidad, 60 metros con vallas, impulsión de la bala, dos kilómetros en carrera y 1,5 en marcha.

Comencé a engordar un poco y pasé al combinado C, ya con los tres lanzamientos, más velocidad y vallas. Ahí sí quedé siempre entre las tres primeras en las restantes pruebas escolares.

En 1986 culminé segunda en los Juegos Juveniles de la Amistad en La Habana, detrás de Marlén Sánchez, y me gané el derecho a integrar la preselección nacional en Santiago de Cuba. Allí Hilda La Bambina Ramírez no quería entrenarme por mi poco físico pero accedió finalmente y me tomó mucho cariño.

Recuerdo que cuando yo iba a lanzar siempre decía: «Dios le da barba a quien no tiene quijada». Yo entrenaba con otra atleta más alta y fornida a la que siempre le ganaba. Pero debido al poco avance anunciado por Hilda causé baja técnica.

¿A qué te dedicaste entonces?

Me fui para Guantánamo y empecé a estudiar Licenciatura en Matemática y Computación, lo cual incidió en el agravamiento de la afección en la vista. Yo solo usaba espejuelos.

¿Tú misma te acercaste al atletismo?

Para nada. Fue producto del sistema de captación de talentos. Había comenzado en el voleibol porque en esa época con solo 11 años ya tenía casi este mismo tamaño y era de extremidades largas y delgadita.

Aledaña a mi escuela había un área especial denominada El Instituto y un profesor de allí, Eduardo Douglas Brown, fue un día a mi casa a tomar agua con mi hermano y al ver mi constitución física me alentó a realizar unas pruebas.

Yo no quería porque solo pensaba que era correr y no me gustaba. A mucha insistencia accedí a las pruebas, sin embargo no me decidí y después entre mi hermano y el profesor insistieron.

¿Por qué te consideras parte de una generación héroe?

El deporte para discapacitados ha aumentado en calidad, no en marcas porque como has visto las mías se mantienen. Los métodos de entrenamiento han cambiado y se necesita mucha fuerza y capacidad para asimilarlos, yo no puedo ya.

Nosotros, hablo de Jorge Jay, Ambrosio Zaldívar, Enrique Cepeda, Turro, Oscar Pupo, Guillermo Céspedes y muchos más, no solo de atletismo, fuimos héroes porque tuvimos que batallar duro.

Ejemplo, en los certámenes nacionales no se podía correr con guía, solo con los entrenadores. Eso afectó mucho internacionalmente. Hoy los ves correr con mucha armonía y eso solo se gana en el diario.

Recuerdo la asistencia de Pupo al mundial de Alemania. Su guía era de ese país, no hablaba español, e incluso le indicó mal en una curva. En Atlanta su guía no aguantó la segunda vuelta de los 800 metros.

Por eso y otras dificultades califico mi generación así, porque a pesar de eso teníamos un sentido de la dignidad, del amor por la patria, principios y valores, sabiendo que millones de cubanos estaban pendientes de nosotros.

Yo misma nunca pude participar en una lid internacional con mi entrenador. Quizás él me hubiera ayudado en Atenas. No había Paralimpiadas Nacionales, no había equipo nacional, nos trasladábamos 15 días a La Habana antes de una competencia, no teníamos vestuario e implementos.

Hoy todo es distinto, se priorizan los entrenadores, existe una matrícula en los centros nacionales, ponen los guías. Sin dudas hay más apoyo. Nosotros ayudamos a crear esa base y aplaudimos las nuevas victorias.



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